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lunes, 18 de julio de 2011

La revolvieron un poquito, para esconder el olor

La analogía del cambio de gabinete con el juego de la silla musical es incorrecta. Porque en la clásica diversión infantil hay varios perdedores y un solo ganador y, en el ajuste ministerial, quienes perdieron siguieron jugando.

Premio a la mediocridad para un gobierno que se autoproclamó como "el mejor de los últimos veinte años" cuando apenas llevaba meses en ejercicio y que prometió que sería la administración "de los mejores". Puro cuento: los cargos públicos son para los amigos. Da lo mismo si sirven o no. En época de Concertación pasaba lo mismo.

Hoy, la percepción pública del gobierno de Piñera ahorra comentarios. Si apenas el 33 por ciento la aprueba es precisamente porque equivocó el rumbo y porque olvidó que la campaña terminó en enero de 2010 y que, hoy, los chilenos queremos soluciones. Pregunten en Dichato.

Joaquín Lavín no se la pudo con la crisis en Educación y, como premio, se va a Mideplan. A De Solminihac es fácil confundirlo con Roberto Nicolini -el animador del Pipiripao- pero se hace difícil reconocer su aporte. Si alcanzó algo de notoriedad fue por el puente que "vale callampa": se va a Minería. Y Laurence Golborne, cual modelo farandulera, cambia sus dos carteras por una "Louis Vouitton": la de Obras Públicas. Posar y cortar cintas será su principal pasatiempo y la lectura es simple: lo perfilarán para pelearle a Bachelet en 2014. Veremos cuántos caerán.

Longueira hablará con Jaime Guzmán en Economía y Andrés Chadwick -el primo del presidente, otro apitutado- es el reemplazante de Ena Von Baer. Costará olvidar a la pintoresca vocera de gobierno, quien a punta de condoros se convirtió en celebridad en Twitter. Hasta tenía su hashtag propio, #LaEna, que estaba a la altura de las "piñericosas". Ena, Ena queriiida, los trolleros jamás te olvidarán.

No es la silla musical. Es la misma mierda. Sólo la revolvieron un poquito, para esconder el olor.

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