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miércoles, 20 de julio de 2011

El autogolborne de Laurence


Es tan acertada la analogía, que la repito. A Laurence Golborne le cambiaron sus dos carteras de multitienda, rubro que conoce como la palma de su mano, por una Louis Vouitton de las que bastan para que una modelo farandulera se enamore completamente de cualquier mortal: la de Obras Públicas.

La señal es clara, potente y, en ningún caso, al azar. Es el primer paso para candidatearlo a La Moneda y competirle a una también eventual postulación de Michelle Bachelet al sillón presidencial.

Golborne es el ministro más reconocido por la gallada. Salió del anonimato al liderar el rescate de los 33 mineros de la San José y, desde ese momento, adquirió la categoría de “superstar”. Se disparó en las encuestas y su popularidad y buena onda alcanzó para apagar otro conflicto: el del gas en Punta Arenas. Le pedían fotos y hasta autógrafos firmaba.

Pocos saben que, antes de “convertirse” al servicio público, el ex gerente general del holding Cencosud lideró una administración que abusó de sus clientes. El escándalo llegó a los tribunales. Cencosud fue sancionado, pero el conflicto pasó piola. Ni en el diario mural apareció.

¿Qué ideó el inquieto y astuto Laurence? Cencosud aumentó la comisión por la mantención de la tarjeta Jumbo de manera unilateral, arbitraria y sin avisarle a sus clientes del incremento: a partir de marzo de 2006 subiría de 460 a 990 pesos para los clientes que tuvieran un promedio de compras inferior a 50 lucas mensuales durante los seis meses anteriores. Los usuarios de la tarjeta Jumbo Más se calculan en cuatro millones de clientes. Vayan multiplicando.

Los clientes de la tarjeta Jumbo, junto al Sernac, demandaron colectivamente a la empresa en 2006, en el 10° Juzgado Civil de Santiago. El Sernac acusó que el cambio unilateral de las comisiones atentaba contra la Ley del Consumidor: no sólo se hacía sin el consentimiento de los clientes. Además, la empresa inventaba nuevas cláusulas y la no respuesta por parte del consumidor, significaba la aceptación del alza. Nada de giles.

Cencosud se hizo el de las chacras y, en diciembre de 2006, el Sernac interpuso una demanda colectiva. Pidió que se sancionara la infracción y que se restituyeran los cobros indebidos. También, que el tribunal decretara la devolución de lo pagado en exceso con reajustes e intereses por todo el período, o al menos desde marzo 2006 hasta cuando los consumidores hubieren expresado su consentimiento y la forma en que tales devoluciones se harían efectivas.

La demanda fue acogida y se anuló la cláusula objetada considerando que “el consumidor frente a la modificación pretendida por la demandada, nada puede hacer, imponiéndole la empresa una modificación sin su consentimiento. El silencio en los actos de consumo no constituye aceptación. Por ello no es suficiente la inactividad de los consumidores para entender que éstos han consentido en la modificación en sus contratos”, indica el fallo, reproducido por la revista Punto Final. La sentencia, además, ordenó a Cencosud restituir los dineros cobrados en exceso a contar del 12 de julio de 2006 a todos los clientes.

¿El interés habrá sido del 33 por ciento, ya que el numerito le gusta tanto, ah?



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