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jueves, 7 de julio de 2011

El enfermo apenas dice 33

Lejos están los tiempos en que el "33" era signo de victoria. En que era motivo de orgullo y en que paseaba por todo el mundo en un papelito que, cuando iba a ser mostrado, le costaba un pellizcón a un personaje que no solo es charlatán y vendehumo, sino también macabeo.

Hoy, el "33" no simboliza a los mineros que rescataron desde las profundidades de la mina San José en Atacama. Este "33 tampoco es para andarlo luciendo ni podría usarse para elevar ministros a la categoría de rockstars. Más bien, sirve para que el color de la cara les haga juego con el reluciente rojo de sus chaquetas. De pura vergüenza.

La fórmula es fácil: si promedia la aprobación ciudadana al gobierno que revelan las encuestas CERC -35 por ciento- y CEP Adimark -31 por ciento- el resultado es un "33" tan exacto como categórico: el gobierno tiene menos respaldo que un skate. Entró a la historia, como prometía, pero por el patio trasero.

El resultado es una respuesta concreta -y una indesmentible señal de descontento ciudadano- para un gobierno que no ha sabido darlas. Que se quedó en la grandilocuencia de los anuncios y en la superficialidad de las formas. Que no exhibe liderazgo y cuyo "cambio" se quedó en el eslogan. Que cuando ha hecho cosas buenas, las menos, tampoco ha sabido comunicarlas. Un enfermo que parece no tener remedio. Y que, ahora, conectado al respirador artificial, apenas dice 33. Y no creo que lo quiera mostrar como gracia.

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