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miércoles, 14 de septiembre de 2011

El show debe continuar

En la entrada anterior, comenté acerca de la partida de Felipe Camiroaga y de la que, para mí, es su herencia como comunicador. Reconocí el dolor por su partida -y por la de los veinte chilenos que lo acompañaban- y valoré las genuinas muestras de sufrimiento de miles de chilenos anóminos. No dudo que salen del corazón. Desde la inocencia y la pureza más absoluta del compatriota que proyecta en los "famosos" todo lo que quiso llegar a ser... y que no pudo llegar a ser.

Lo que empieza a cansar es la sobreexposición de la congoja corporativa de TVN y de su matinal, el Buenos Días a Todos. Un poco más o menos, todos criticamos a LUN por la portada del día posterior a la tragedia. En ese instante, parecía oportunista y sobraron los adjetivos calificativos en torno a su política editorial. "Descriteriados" fue la conclusión generalizada. La respuesta ciudadana dolió a tal punto que la primera plana fue modificada para la edición del matutino que circuló en la capital.

La cobertura 24/7 del canal público se entendía en los primeros días. Era obvio. En una de las peores tragedias aéreas de la historia se perdieron cinco de sus compañeros. Uno de ellos era uno de los principales rostros de la estación. Todos lo lamentamos.

Pero de eso han pasado ya dos semanas. Aparecieron casi todos los cuerpos de los integrantes del equipo que encabezaba el "Halcón Matinal" -sólo resta el del camarógrafo Rodrigo Cabezón- y asistimos a auténticos velatorios en pantalla. El estudio del "Matinal de Chile" y las afueras de Bellavista 0990 se llenaron de justificadas muestras de respaldo y aprecio. Pero prender el televisor conducía a una depresión colectiva.

Llevamos catorce días en lo mismo y empieza a aburrir. Incluso, podría llegar a resultar contraproducente y terminar saturando la figura del propio Camiroaga. Finalmente, el chileno tiene bastantes problemas como para achacarse unos cuantos más. Y hay quienes, legítimamente también, pueden considerar que tanta manifestación raya en lo burdo. Hay que encontrar el equilibrio que permita ir dando un paulatino paso a la normalidad. Aunque cueste.

Lo natural sería que Carolina de Moras -la última compañera del vecino ilustre de Chicureo en pantalla- y el resto del equipo que lidera Mauricio Correa se tomaran un par de días de descanso. Para llorar y desahogarse. Para vivir un duelo que, hasta aquí, ha sido incompleto. Para asumir el golpe y para recuperar energías. También para replantearse y empezar de nuevo. Y, ojalá, con la alegría de siempre.Quien trabaja en Espectáculos tiene una máxima de cabecera: "El show debe continuar".

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