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martes, 8 de mayo de 2012

Una por otra

No voy a discutir si el plan Estadio Seguro es legal o no, porque tengo la convicción de que no lo es. Principalmente, porque sobrepasa las atribuciones establecidas en la ley sobre Violencia en los Estadios aún vigente. A esa conclusión llegué después de leerla un par de veces, de consultar con abogados y de escuchar autoridades cuyo único argumento para justificarlo es esa condición: "Somos la autoridad".

En ese escenario, entonces, el diálogo es y será de sordos. Y si entre medio está la institución encargada de velar por la seguridad pública, a veces a riesgo del descriterio que implica golpear a a niños y familias para resguardar el cumplimiento de la instrucción, posibilidad alguna de llegar a acuerdos no existirá.

En el entendido, entonces, de que la pelea está perdida -más allá de algún intento quijotesco por restablecer garantías constitucionales a través de recursos de protección- y de que la medida proviene del ámbito político, propongo negarles el uso de nuestros muros en época de campaña electoral.

Al fin y al cabo, también es válido sentirse violentado cada vez que, en instancias previas a elecciones de cargos populares, las murallas de nuestros hogares, hermoseadas con el mayor esfuerzo, aparecen pintadas con promesas de candidatos que rara vez se transforman en realidad. La desfachatez, incluso, les alcanza para añadir a las falsedades que proponen la palabra "AUTORIZADO". También para negar la autoría del rayado, cuando es evidente. Y, lo peor, para borrarlas jamás, sino sólo renovarlas previo al comicio siguiente por nuevas mentiras.

Si en el estadio se acabó la fiesta, en las paredes también. ¡Ah! Y, de picado, pinte la suya con algún mural alusivo a su equipo favorito. El que sea. Está en su derecho. Es una por otra.

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